domingo, 19 de junio de 2011

"Perdidos. La filosofía. Las claves de Lost" de Simone regazzoni

Perdidos:
un lugar entre la vida y la muerte, 
entre la ficción y la realidad

Un libro para los amantes de LOST donde Simone regazzoni (profesor de filosofía en la Universidad Católica de Milán) nos muestra las claves más importantes para entender la serie. 

El libro se publicó en España coincidiendo con la emisión de la sexta temporada así que no está comentado el final, que tanto nos impactó a todos, pero sí nos explica los puntos básicos de la serie relacionados con la filosofía.

El autor empieza partiendo de que "todos los hombres son filósofos", es decir, todos los protagonistas de la serie tienen nombre de filósofos. John Locke: el líder espiritual. Hume, Rousseau, Platon... "porque la filosofía no es prerrogativa de los filósofos profesionales, sino que empieza con la propia existencia". Es lo que denominaba gramsci "filosofía espontánea". Todas las personas tenemos nuestra cosmovisión del mundo y Perdidos es una polifonía de visiones del mundo que rotan en torno al enigma de la verdad como enigma de la isla.

La concepto de isla puede ser vista como una metáfora de dios, ya que según Spinoza Dios y la naturaleza se identifican y los personajes en vez de referirse a Dios cuando hablan,  se refieren a la isla. Hablan con ella porque es la que les da visiones, instrucciones y sueños proféticos. Por otro lado, en la obra de Platón "Timeo" nos cuenta que la isla de la Atlántida desapareció, repentinamente tragada por el mar, transformada en mar". Lo mismo sucede en LOST.



Los protagonistas se debaten constantemente entre la vida y la muerte. Sobreviven a su propia muerte y vuelven a nacer. Empiezan una nueva vida, lejos de las leyes de los hombres... y nace de nuevo el sentimiento de comunidad.

En lo que se refiere al espectador, podría preguntarse a cada capítulo si lo que sucede es realidad o sucede sólo en la imaginación, o en algún sueño. A veces nos hemos confundido con los sueños de cada uno pensándonos que sucedían de verdad. Todos sueñan y tienen premoniciones constantemente, lo que nos cuesta a veces distinguirlos de la realidad que están viviendo.

Los sueños aparecen como algo imprescindible, nos ayudan a entender lo que va a pasar. En este sentido el autor cita a dos autores: por un lado a Foucault ya que decía que los sueños pertenecen al ámbito del conocimiento, y por otro lado a Derrida que afirmaba que "al despertarse, habría que seguir velando el sueño".

Otro punto filosófico a resaltar por el autor es el perspectivismo. Cada uno tiene su punto de vista, y su singular manera de ver la Isla. El ojo como expresión del punto de vista el que es situado en primer plano. El autor cita a Nietzsche, aunque yo me atrevería a citar también a Ortega y Gasset.

Heidegger no podía ser menos, y su concepto de verdad también aparece representado en la serie. Para Heidegger la verdad es una apertura que deja que las cosas sean su ser y que el misterio pertenece esencialmente al corazón de la verdad.

El concepto del tiempo también es un elemento esencial. Constantemente se producen flashback y flashforward que desconstruyen el orden temporal de la narración y nos desplazan hacia adelante y hacia atrás.

El autor remarca la tortura, representada en Sayid. "Porque Sayid es el hombre de la verdad por excelencia. El que -sin ser filósofo o científico- de la búsqueda de la verdad ha hecho un oficio: el de torturador". Nietzsche aparece resaltado de nuevo con esta frase: "Detrás de la voluntad de verdad se podría esconder una voluntad de muerte."

Un concepto imprescindible y que yo desconocía totalmente es "el sentimiento oceánico". Este sentimiento es descrito por Freud como la capacidad que tiene el individuo de comunicarse con el mundo. El personaje John Locke es el que encarna perfectamente este sentimiento de comunión con la Isla.


Quedan otros puntos esenciales a comentar, pero dejo a la curiosidad del lector leerse el libro para encontrarlos. Estoy segura que satisfacerá a los leales seguidores de esta gran serie.

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