viernes, 13 de abril de 2012

Nueva sátira de Eduardo Mendoza "El enredo de la bolsa y la vida"

"Centro de yoga El Jardín de la Perfecta Felicidad. Se traspasa". Este cartel colocado en una persiana de un local de Barcelona es el detonante de la nueva novela de Eduardo Mendoza, "El enredo de la bolsa y la vida", en la que vuelve a aparecer su detective loco en tiempos de crisis global.

Esta última sátira transcurre en el momento actual, con un viejo protagonista, que apareció por primera vez en 1978 en "El misterio de la cripta embrujada", y que ahora, rodeado de una peculiar tropa de marginales, acabará desarticulando una acción terrorista que tiene como objetivo a una importantísima mujer, Ángela.

El barcelonés asegura que el humor crea siempre una distancia que "permite un retrato al minuto de las cosas que ocurren, algo que el rigor, la seriedad y el realismo no permitirían".
Reconociendo que en novelas como esta, que vuelve a publicar Seix Barral, se deja llevar por el "disparate y la tontería", dibuja un friso de una Barcelona en crisis, con personajes al margen de la sociedad que en sus pesquisas detectivescas, comandadas por su anónimo sabueso (todavía no le ha encontrado nombre), se reúnen en el restaurante "Se vende perro".
Los únicos que tienen iniciativa son una familia de chinos, que regentan un bazar y que acabarán haciendo una oferta al "mendoziano" personaje del detective-peluquero (también protagonista de "El laberinto de las aceitunas" y "La aventura del tocador de señoras") para adquirir su establecimiento y montar allí un restaurante.
"Los chinos -ha reflexionado- son el misterio más grande de nuestro tiempo. Al final, han acabado conquistando el mundo y lo han conseguido vendiendo birrias como bombillas que se funden antes de enroscarlas. Han visto que lo que queríamos era comprar barato y nos han arruinado".

Por otra parte, considera que la situación de zozobra constante de la economía española ha provocado que en el país "se recuperara algo que se había olvidado: que somos un país pobre, cutre, de bohemios y pícaros". "Nos está bien lo que nos pasa", ha apostillado.

Respecto al hecho de que se le asocie ya para siempre a Barcelona, el autor de "La verdad sobre el caso Savolta" confiesa que no piensa en esta responsabilidad, porque le "abrumaría", pero sí reconoce que todas las ciudades tienen su Literatura. "En mi caso, Barcelona me representa a mí. Pasó de ser una ciudad del montón a una ciudad de moda, lo que no entiendo, pero es real", precisa.

Tímido por naturaleza y vestido siempre de hombre serio, dice echar de menos a su amigo Manuel Vázquez Montalbán, tanto a nivel personal como a nivel profesional. "Éramos un poco complementarios, con su detective andando por otros territorios físicos e ideológicos diferentes del mío. Al desaparecer este contrapeso, no quisiera ser el único representante de este tipo de Literatura, porque es algo que me desborda".
Sobre su oficio, mantiene que los escritores "somos bazofia -ha dicho-, pero los lectores somos adorables, porque hay que ver lo que tragamos, pagando y poniendo de nuestra parte en cada obra que leemos".
Del futuro también ha hablado y, como en otras ocasiones, ha señalado que siempre cree que cada novela que acaba "va a ser la última que escriba", aunque ha confesado que incluso en las que el final es muy cerrado siempre deja "algo abierto por si algún día no se me ocurre nada", ha confesado, y pueda acabar tirando de ese hilo.
Lo que sí ha quedado claro es lo que tiene previsto hacer el sábado por la noche, puesto que nada más empezar su alocución ha preguntado muy serio si el Levante-Barça lo daban en directo por televisión, deseando que los azulgrana se impongan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario